El Ministerio del Interior prepara una reforma en el control de las calles en la que se resta presencia a los antidisturbios

La reforma que planea Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior pretende restringir la presencia de los conocidos popularmente como antidisturbios (UIP, Unidades de Intervención Policial) en las calles y con lo cual aumentar la inseguridad ciudadana.
Los antidisturbios son los más preparados para lidiar con el terrorismo callejero, los que más encontronazos han tenido con los separatistas, la ultraizquierda y los distintos grupos que usan cada argumento -como la detención de Pablo Hasél- para reventar las calles. Son, por ello, también, los más odiados por la kale borroka que jalea Podemos.
La reforma pretende restarles presencia y dejar más protagonismo a otro tipo de unidad, las UPR, Unidades de Prevención y Reacción, un cuerpo igualmente diseñado para funciones de orden público, pero pensado para una menor necesidad de fuerza, para una menor intimidación a los violentos. La carga política de la reforma será difícil de esconder.
Las consultas internas han comenzado. Y las primeras impresiones han salido de policías y asesores. Algunos de los mandos de la UIP consultados no rechazan frontalmente la reforma por el hastío que tienen de verse abandonados a su suerte en infinidad de situaciones en las que, especialmente bajo mando ministerial de Fernando Grande-Marlaska, se han visto obligados a protegerse en los más graves escenarios de violencia callejera bajo la limitadora orden de “aguantar” al máximo sin cargar.
Por ello, y ante la falta de un respaldo oficial auténtico y la habitual carencia de medios y efectivos con los que trabajan, no ven mal el abandono de determinadas funciones. Pero, evidentemente, admiten que “la reforma esconde una rendición y una rebaja de la presencia de la fuerza frente a los violentos”. Otros mandos señalan abiertamente que “la imagen pública que se va a dar va a ser la de haber cedido ante los grupos violentos y radicales”.
Algunos mandos señalan que “la imagen pública que se va a dar va a ser la de haber cedido ante los grupos violentos y radicales”