El ministro de Justicia confesó que no había razones de «equidad» ni de «justicia». Es «una decisión estrictamente política»

Va a hacer un año que el Gobierno indultó a nueve políticos catalanes condenados por el Tribunal Supremo por delitos contra la Constitución. Y aunque Pedro Sánchez nunca explicó cuáles fueron las razones exactas para justificar tal medida de gracia, todos lo teníamos clarísimo. El objetivo era seguir en La Moncloa, a cualquier precio.
Ahora ya sabemos que Pedro Sánchez reconoce que indultó a los separatistas del ‘Procés’ saltándose las razones de equidad y justicia, exigidas en la Ley de Indultos, para concederlos. Es decir, lo hicieron por interés político, para cumplir las exigencias de sus socios independentistas y así poder mantenerse en La Moncloa. Y lo hizo pese a haberlos tenido bajo investigación con Pegasus ante el riesgo que suponían para España como se ha desvelado estos días. Es por tanto, totalmente incongruente querer justificar la liberación por el bien de España, cuando les espiaban por el peligro que suponían para la nación.
Documento del ministro de Justicia
Ahora ya conocemos, gracias al empeño de EL DEBATE, el escrito literal que el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, redactó llevando la contraria a la Fiscalía del Tribunal Supremo que se oponía al indulto. Son 32 páginas escritas de su puño y letra en las que confiesa que no existen razones de «equidad» ni de «justicia». Reconoce que no hay ni arrepentimiento ni renuncia pero apoya la liberación por el bien de España y la «utilidad pública» que comporta la medida.
Llega a decir que «ni el arrepentimiento ni la aceptación del indulto son requisitos para su concesión» y que «se propone su concesión por razones de utilidad pública». La estrategia del Gobierno era sacar de inmediato de la cárcel a Junqueras, Cuixart, Sánchez, Llull, Turull, Romeva y compañía, fuese como fuese. Es más, el ministro de Justicia llega a confesar que no son merecedores del «regalo» y que el Gobierno de España lo hizo contra el tribunal que los condenó. «La percepción que la sociedad tiene … no le hacen personalmente merecedor del indulto, pero … su puesta en libertad pueda favorecer objetivamente la vía del diálogo». Es decir, asume que la sociedad rechaza a los reos, pero les libera en nombre de los ciudadanos. Vaya dicotomía.
El escrito ha estado guardado por Moncloa en un cajón hasta hoy. Evidentemente no les interesaba que su razonamiento fuese conocido. Pues, en él, Campo también reconoce que el Gobierno se salta las razones de equidad y justicia, exigidas en la Ley de Indultos para concederlos.
Alas al independentismo
Ese «interés general» alegado por el destituido Campo, ha sido tirado por tierra por el propio Junqueras hace solo unos días, cuando en un acto público de ERC dejó claro que los indultos, lejos de pacificar, estimulan a su movimiento. Además, seguro de tener bien atado al Presidente, asegura que la negociación con Pedro Sánchez sobre la independencia tendrá lugar con toda seguridad. «La negociación existirá seguro aunque solo fuera para negociar en qué condiciones nos incorporamos en el concierto de las naciones libres del mundo».
Así pues, su liberación, lejos de calmar al procés, ha dado alas a la vía unilateral, al reconocer la dependencia casi agónica del Gobierno de Sánchez. Máxima tras el rocambolesco «Caso Pegasus», que somete más al Presidente a las reivindicaciones de los republicanos, de Bildu y de Podemos.
Pisada que da, cagada que suelta
Ayer, Alfonso Rojo, en ‘El Repaso’ hacía un acertada reflexión sobre las actuaciones del Gobierno de Sánchez y lo comparaba al pato patagónico. “Es un bicho grandón, de pico amarillo, sin visibles diferencias entre hembras y machos y cuya característica más llamativa es que pisada que da, cagada que suelta”. Y añadimos, pero que nos ensucia a todos los españoles de bien.